viernes, 24 de junio de 2011

Extraño como un pato en el Manzanares, torpe como un suicida sin vocación, oscuro como un tren expreso, febril como la carta de amor de un preso. Perdido como el ojo del maniquí, vencido como un viejo que pierde al tute, inquieto como un párroco en un burdel, quemado como el cielo de Chernobyl. Sólo como un poeta en el aeropuerto, inútil como el semen de los ahorcados, violento como un niño sin cumpleaños. Amargo como el domingo del jubilado, macabro como el vientre de los misiles, así estoy yo sin ti.

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