martes, 28 de junio de 2011

Me tomo un café con tu ausencia y le enciendo un cigarro a la nostalgia, le doy un beso en el cuello a tu espacio vacío. Me juego un ajedrez con tu historia y le acaricio la espalda a la memoria, seduciendo al par de zapatos azules que olvidaste y charlo de política con tu cepillo de dientes con visión tan analítica, como cuando te arrepientes. Realmente no estoy tan solo, ¿Quién te dijo que te fuiste?, si aún te encuentro cocinando algún recuerdo en la cocina o en la sombra que dibuja la cortina. Realmente no estoy tan solo.

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