sábado, 20 de agosto de 2011


En el fondo estaba contenta, porque él era feliz. Pero también me dolía no poder ser feliz junto a él. A veces me comparaba con un décimo de lotería, esto reventaba a mis amigas, no entendían por qué me comparaba con algo tan vulgar, pero si les lo explico, ustedes sí que lo entenderán: existen cientos de miles de décimos de lotería, cada número incluso aparece más de una vez, y de entre todas esas combinaciones, toca solamente un número. Yo soy ese décimo que da la felicidad, el décimo premiado, y espero que él, inconsciente ludópata, me escoja a mí, por una corazonada o por simple aprecio a ese número, teniendo otros muchos para elegir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario