domingo, 19 de julio de 2015

"Cuando tu pareja es el mejor espejo" Jorge Bucay.

Hay aspectos físicos nuestros que nunca vamos a poder ver de forma directa, por ejemplo nunca vamos a poder ver nuestra cara sin que sea a través de una foto, un espejo, una cámara o un dibujo y de la misma forma también hay aspectos de la personalidad que nunca vamos a poder conocer, por este motivo, cada uno de nosotros elije una pareja que funciona exactamente así: como un espejo. En cada una de estas personas encontramos casi todas estas cosas que no sabemos de nosotros mismos , nos ayudan a vernos y muchas veces, valoran y adoran cada una de estas cosas cuando ni siquiera nosotros podemos saber que existen y nos encontramos en ese lugar, en donde ellos nos ven como nosotros no somos capaces de hacerlo. Cuanto más real, fiel y transparente el espejo, más se reflejan estas cosas. Hay espejos que distorsionan y espejos rotos y espejos vacíos y espejos que en algún momento funcionaron bien pero se rompieron en el camino y también espejos que funcionan rotos, pero también los hay sanos, fieles y transparentes, estos son los espejos que necesitamos encontrar, aunque a veces sea necesario chocarse con los que están rotos para entender por qué elegimos los sanos, eso también es parte de nuestra identidad y de lo que se refleja en un espejo. Pero ¿Sólo nuestras parejas funcionan como espejo o también nos encontramos con personas que nos acompañan de otra forma? esas que muchas veces nos las encontramos en un pedazo chiquito de nuestra vida, siempre menos de lo que hubiéramos querido, pero cumplen esa función de la misma manera. 
Estas personas también aparecen en nuestra vida para mostrarnos pedacitos de nosotros que ni siquiera conocemos, para quererlos y a veces hasta para llevárselos con ellos, porque somos eso: partes que se van llevando cada una de las personas que en algún momento quisimos y por algún motivo, en algún momento y de alguna forma, nos tocaron. Hay espejos y espejitos, pero todos dejan algo, todos identifican y son identificados, y nunca  ninguno se va sin haber mostrado algo y nunca vuelven de la misma forma, porque les aseguro que en ninguna vida van a poder encontrar otro igual; son únicos, son inefables. Particularmente yo tengo mi espejito, mi mejor espejo, pero cada uno de nosotros tiene o tendrá en algún momento y me refiero a las personas con las que más transparentes somos, con las que no hace falta decir porque con verse está todo dicho, o con tocarse, o con no decir nada. Porque son espejos en los que podemos mirarnos maquillados, desnudos, despeinados, cansados, tristes, sonrientes, con pijama o con ropa arreglada y saber que aunque todo esto pase, esos espejos no se van a ir nunca. Quién no quisiera conservarlos para siempre como lo que dejas en el estante más alto para que no se rompa y que nos acompañen siempre, pero como todo en esta vida en algún momento termina y es en ese momento, momento en el que los vidrios se rompen y todo roza, todo sangra, todo duele, en donde nos damos cuenta que todo ese dolor vale la pena, porque es el precio que pagamos por espejos tan enormes, tan irrepetibles y lo lindo es saber que todavía hay cosas que no podemos evitar, que tienen un precio por su valor y no por su materia, que ese precio es inexplicable, tan inexplicable como el espejo mismo. También hay espejos amigos, espejos familia, espejos conocidos, espejos odiados y todos estos también son parte de lo que somos y nos sirvan para compararnos en unos con otros y poder elegir en qué espejo mirarnos o mejor, en qué momento queremos vernos en cada uno, porque nunca nos miramos en uno solo, ni en el mismo momento, sino la comparación sería imposible. Para todas estas personas, los que siguen reflejándonos y para los que se apagaron también, deberíamos agradecerles y desearles lo mejor que la vida pueda darles aunque muchas veces, aunque quisiéramos, no seamos parte directa de esa felicidad y lo mejor que nos puede pasar es que siempre nos encuentren transparentes y mirando para adelante, porque para eso se vive: para llegar tan alto que cuando no estemos más tengamos tantos espejos orgullosos del lugar al que llegamos y que justamente, sea un reflejo de nuestro propio orgullo por haber querido tanto. Es la más linda forma de agradecer a esos espejos que acompañan tanto, que llenan y brillan cuando están y vacían inmensamente y de la misma forma cuando se van. Yo te agradezco sobre todo a vos, mi mejor y más grande espejo en el que pude mirarme, acá te guardo siempre un lugar en el que te deseo toda pero toda la felicidad del mundo, en donde sea que estés y elijas estar aunque no sea acá conmigo, porque me alegras con sólo saber que existís y cualquier noticia tuya me ayuda a seguir tirando. Ojala cada uno de nosotros tenga no uno, miles de espejos así, aunque como dije, hay algunos y ese el caso del el espejo que hablo, que son únicos e inefables desde donde se los mire. 

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