sábado, 25 de junio de 2011


A veces da miedo abrir los ojos, porque por ahí los abris y ves todo pata para arriba, y eso es lo que en verdad da miedo, los cambiosComo un chico que juega a las escondidas tapándose, los ojitos, creyendo que así no lo ven.
Uno a veces cierra los ojos, como si así fueran a desaparecer los problemas. Como si el muerto, el cartero fueran a desaparecer las cartas fuleras.
Uno se hace el perro que tumbó la olla, como si el dolor que siente no existiera, uno detesta y ama, a esa persona o a ese espejo que te canta las cuarentas. Uno detesta y ama, a quien abre tus ojos.
Abrir los ojos tiene gusto a membrillo con queso, es agridulce. Por un lado como que se pierde la magia, pero por el otro, se sale del engaño.
A veces lo que tenemos que ver es tan horrible, que tenemos que hacer la vista gorda y cerrar la tranquera y vivir en una cajita de cristal.
Y otras veces la burbuja se pincha, no queda otra que abrir los ojos, y mirar lo que no queremos ver, el corazón se nos estruja y nos quedamos sin aire, ahogados.
Duele abrir los ojos, es como salir de la oscuridad que la luz te enceguece. Ojos que no ven, corazón que no siente, mejor mirar para otro lado dicen, meter la cabeza bajo la tierra como hace la avestruz.
Pero para que algo cambie ahí que romper la burbuja, hay salir de la cajita de cristal, abrir los ojos y animarse porque aunque lo que halla para ver, nos estruje el corazón.

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