miércoles, 20 de mayo de 2015

El amor sin riesgo puede convertirse en pura rutina y a veces una mala despedida deja sin cerrar una relación; incluso una vida.

Hay momentos en los que estoy quebrada, en los que te necesito mucho, en los que muero por un abrazo enorme. Hay momentos en los que no puedo dejar de pensar en que ya casi no me acuerdo de tu olor, de lo bien que me sentía cuando estábamos juntos y a veces puedo sentirlo, puedo sentirte acá conmigo, pero es que estamos tan lejos que me mata de angustia toda esta distancia. También tengo otros momentos, en los que me enojo por las cosas que no puedo perdonarte y por las que voy dándome cuenta ahora, momentos en los que puedo pensar en otras personas, en los que por un segundo dejas de estar presente en cada instante, momentos en los que soy feliz con la vida que tengo. Por suerte paso más tiempo riéndome en vez de llorar, pero si tengo que ser sincera, todavía se siente mucho tu falta por acá. Se siente una ausencia inmensa y muchas veces, casi consigue ahogarme. Siento esas ganas de contarte mi vida, de compartirla con vos, de tener una tarde juntos, un beso, una noche o incluso un buen abrazo.Siento también la necesidad de saber cómo estás, cómo te está yendo, pero a veces creo que ya te olvidaste de mí, que hay otras personas en tu vida o que siempre estuvieron y eso me enoja mucho, además de darme cuenta que fue más simple para vos escaparte, irte, en vez de resolverlo por nosotros, que te costó menos olvidarte de mí que las ganas de seguir compartiéndote conmigo. No entiendo cómo pudo ganar la distancia, cómo puede ser tan chico lo que nos acerca, la afinidad, lo solamente nuestro. Y por un lado me encanta la idea de saber que amores así hay uno solo, que no se encuentran aunque se busquen, que no se reemplazan aunque se intente, que dejan su marca para siempre y a veces inundan todo con los recuerdos. Aunque por el otro lado me paraliza esa misma idea, la de saberte en mis recuerdos cada vez que mire para atrás y busque una momento lindo, seguro, completo. 
Se que lo mejor que puedo desearte es el mejor de los amores, toda la felicidad que puedan darte, pero me mata pensar en que alguien va a estar en el lugar que estaba yo, o en que quise estar. A veces quiero mi lugar de vuelta, lo extraño. Me duele imaginarme a otra persona ahí y me duele más imaginarme a otra persona acá. No es sólo necesitar ese lugar que tenía, es también tener ganas de que nadie más tenga el tuyo. Y cuando me preguntan por qué me preocupo tanto porque estés bien, es porque siento que te debo eso a vos que me diste tanto, es porque es lo mínimo que le debemos a las personas que se van a llevando pedacitos de nosotros, que los valoran, que los guardan y sobre todo, a esas personas que nos cuidaron mucho. Porque vos me cuidaste mucho, a pesar de haberme lastimado con esa misma vara también. Porque sabías exactamente y entendías como nadie todas las cosas que me alegraban y las que me ponían mal, incluso aunque para vos no fueran importantes. Te hablo de contarte que la nutricionista me felicitó por estar mejor y que te pongas feliz, te hablo de cuando me pedías que sonría o cuando me hacías cosquillas para que lo haga, te hablo de cuando no necesitaba explicarte mi tristeza porque lo entendías sin que te dijera nada, te hablo de lo fácil que solucionabas todo con un abrazo, te hablo de que me dijeras que me abrigue aunque hicieran 40 grados, te hablo de los nervios y la compañía incomparable que me dabas antes de un parcial y de la alegría si me iba bien y del enojo si me iba mal. Porque todo eso lo entendías solamente vos sin que yo te dijera nada. Te hablo de lo que necesito saber de vos ahora tomi, de lo que me calmaría el dolor que siento y de la falta inmensa que me haces en todos lados. Te hablo de que aunque esté muy lejos, aunque este bien, siempre estás, siempre te encuentro. 

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